Posiblemente sea uno de los pocos que digan esto… y la verdad es que no tengo un gran motivo para decirlo… pero lo digo: los cuervos.
Como el olor de tatami, los cuervos es uno de los iconos que me recuerdan que estoy en Japón. El graznido del cuervo, en especial por las mañanas, me hace sentirme en Japón… vale, quizá sea una explicación abstracta. El caso es que el bicho tendrá sus contras, te recomiendan no mirarlos a los ojos para que no se sientan intimidados y te ataquen. Es cierto que con ese tamaño, el color negro como el tizón, el pico grande y los chillidos que pega, el animal no parece de los más amigables… pero a mi no me molesta como lo hacían las palomas en Barcelona (sembrando, literalmente, la ciudad de mierda corrosiva).
El cuervo me parece un animal que se busca la vida por su cuenta evitando el contacto con las personas pese a estar a muy pocos metros muchas veces; normalmente lo único malo que hacen es romper bolsas de basura para buscar comida, como pueden hacer los gatos callejeros de todos los barrios que a mucha gente le encantan y alimentan; es cierto que a veces atacan a la gente, aunque no conozco a nadie que le haya pasado, como pueden hacer los perros posiblemente porque también se sienten amenazados o molestados…
En definitiva, el sonido y la imagen del cuervo para mi es característico de este país ya que en el resto de los países que he estado, si habían, no estaban tan presentes como en Japón. Me gusta.