Los vecinos del tercero volvían a tener el ascensor ocupado haciendo las funciones de montacargas, así que puse las Timberland en los escalones y fui bajando a buen ritmo hasta el rellano. Ya en la calle, me calcé los auriculares de la mejor manera que me dejó la mano que sujetaba el genmaiccha que me había pedido el tito Aurelio. Saqué el iPhone del bolsillo derecho de mis bermudas y me volví a preguntar “qué hago con el pasaporte encima una semana después de haber vuelto a Barcelona” cuando lo rocé con los dedos.
Cierto es que hacía un día de cojones, tanto, como que una hora antes había estado tomando el sol tumbado en el suelo de la terraza de casa de mi abuela. Misión: recuperar un par de puntillos de color que perdí en Japón. Nada, diez minutos con una toalla vieja e intentando coger unos minutos de descanso.
Y ahí estaba yo, camino a la estación del barrio. Doscientos gramos del mejor genmaiccha que encontré unos días antes de volver en mi mano izquierda y el reproductor de música en la otra. Deslicé para desbloquear. Introduje el código. Pulsé el icono de iPod, el de Canciones y Aleatorio. La portada del disco “I Predict a Riot” de Hezekiah aparecía en la pantalla y antes de que me diera tiempo a pasar al siguiente tema, las palabras de Bilal en el estribillo me robaban una sonrisa por sorpresa y me hacía mirar ese cielo azul que parecía querer decirme algo…
“I’ve been struggling for so long, but something keeps telling me keep on looking up”…
Keep on looking up, Fran.