Hoy que llueve es un buen momento para hacer esta entrada.
Hace ya unos cuantos meses que tuve la oportunidad de pasar un par de días entre Kamakura y Enoshima, un poco de contacto con la naturaleza que entre tantos edificios y máquinas siempre viene bien.
Enoshima es una isla pequeña que está cerca de Tokio. Su playa me recordó a una cualquiera de la costa catalana a la que se acercan turistas y gente de la ciudad a pasar el rato, demasiado… superficial, quizá. Sucia, aunque en este caso como ninguna otra que hubiese visto.
Estaba bastante desengañado por el sitio en cuestión, pero dando una vuelta por el interior de la isla encontré algunas tiendecitas y restaurantes que me hicieron sentir el ambiente que no está destinado tanto a los turistas, negocios de toda la vida. Siguiendo la caminata llegué a la parte de las rocas, a salvo de chicas guapas en bikini y chavales con peinados modernos, tuve la impresión (quizá equivocada) de que aquella parte la disfrutaba más la gente que conoce mejor la zona. Pescadores, bañistas y turistas paseando entre las cuevas… les robé cinco aburridos minutos que puse en este video.
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